Suele decirse que si dudas de si estás enamorado, entonces con seguridad es que no lo estás. El enamoramiento, como el orgasmo, es inconfundible. Y es que estar enamorados nos provoca tal estado de alegría y satisfacción que algunos pueden llegar a pensar que sin experimentarlo la vida carece de sentido. ¿Acaso no hemos escuchado alguna vez eso de “ay… me gustaría enamorarme”? Es más, bien pudiera ser que quizás hayamos sido nosotros mismos quienes hayamos pronunciado estas palabras. En este artículo profundizaremos en el estado de enamoramiento y trataremos de verlo de forma un poco más objetiva a diferencia de cómo el cine de Hollywood nos lo ha contado.
Vivimos en la sociedad de la opulencia y sin embargo queremos más y más. Deseamos y tenemos montones de cosas, experiencias, proyectos, y no nos gustaría tener que renunciar a ninguna de tantas cosas a las que aspiramos. Partiendo de esta forma de funcionar tan habitual en nosotros, te pediré ahora que te sitúes en un estado un tanto diferente: imagina que toda tu vida, que todo su sentido, se encuentra focalizado no en tantas cosas sino en un único objeto de deseo. Por tanto, si tuvieras ese “objeto” deseado, lo tendrías todo, serías absolutamente feliz, y no desearías nada más. Pues bien, ahora solo queda considerar que ese “objeto” no es en verdad objeto, sino sujeto. Es alguien a quien deseas locamente: te has enamorado.
“¡Esto está fantástico!”, diría alguien en un primer vistazo. Pareciera que el enamoramiento nos brinda la oportunidad de ser felices definitivamente, de sentirnos plenos por completo. Y sin embargo, su contraparte, el desamor, puede llegar a ser tan doloroso como el placer que el amor promete. Muchas preguntas contradictorias se ciernen sobre el tema del enamoramiento y el estado de felicidad que nos provoca: ¿Por qué es tan difícil que el enamoramiento dure largo tiempo? ¿es posible lograr que no decaiga? ¿cómo puede ser que en ocasiones a quien empezamos amando, terminemos despreciando u odiando?
A continuación vamos a ver las tres condiciones fundamentales que causan el estado de enamoramiento, y que al mismo tiempo nos mantienen en una peligrosa ilusión que nos puede acabar conduciendo directamente al dolor emocional y la frustración.
1) La atracción y el enamoramiento sólo pueden suceder cuando dos polos se encuentran separados
Se dice: “los polos opuestos se atraen”. Ése es uno de los tópicos acerca del enamorarse. No obstante, no exploraremos aquí esta idea. Más bien, observemos que esta idea conlleva implícitamente otra más esencial si cabe: que para que un polo atraiga a otro polo, es preciso que ambos polos se encuentren separados. Parece una obviedad, ¿verdad? Y lo es. Y sin embargo este aspecto nos suele pasar inadvertido en lo que a asuntos del corazón se refiere.
Conocemos a una persona y nos enamoramos. Nos imaginamos en la posibilidad de “unirnos” junto a ella y la mera fantasía de tal futurible unión dispara la bioquímica del amor. Nos sentimos fuertemente atraídos. Pero no olvidemos lo esencial: si la atracción sucede, es porque la unión todavía no ha acontecido; porque ahí donde hay una unión ya hecha y derecha, no es posible fantasear con la posibilidad de lograrla. “¿Le gusto? ¿No le gusto? Ojalá le gustara…” Y es que una cierta dosis de incertidumbre dispara todavía más ese fabuloso sentimiento de estar enamorados.
Después de despejar esa incertidumbre a favor de nuestros anhelos, con frecuencia, durante los inicios de la relación podemos sentir todavía bastante presente el estar enamorados. Él o ella en su casa, yo en la mía, nos encontramos con frecuencia, pero todavía la unión no se ha hecho completa y está en desarrollo. Podemos considerar que se llega a su consumación en la convivencia. Y nos preguntamos: ¿podemos sentir todavía atracción hacia nuestro amado, que vive con nosotros? ¿podemos seguir deseando lo que ya – incluso por contrato – “poseemos”? El sujeto-objeto antes tan anhelado, ya es nuestro, y el enamoramiento ha terminado.
2) Juego de idealizaciones
Somos dos polos separados. Y desde la distancia, nos miramos. Pero, en tanto nuestra lejanía es un hecho, no acertamos a bien vernos. Por añadidura, ante el otro, en los encuentros que mantenemos, nos encargamos siempre de ofrecer nuestra mejor cara. Sucede inconscientemente. Y es así como al otro no le vemos, no le conocemos todavía. Sólo conocemos una “imagen”; con toda probabilidad una imagen notablemente distorsionada. Distorsionada a favor del otro y, cómo no, también de nuestro excelso sentimiento amatorio: ¿o acaso vamos a enamorarnos de alguien que tiene ya claros y oscuros? ¿Es que tiene pues el enamoramiento un tinte relativo? No, más bien el enamoramiento es la certeza absoluta que el otro es la perfección para nosotros, la media naranja que encaja, que nos completa. ¡Qué romántico!
Es en la distancia de los polos donde todo este juego de imágenes proyectiva se vuelve posible. Sin embargo, en la cercanía de la convivencia, se vuelve difícilmente sostenible. La convivencia pues, además de acabar con la distancia necesaria para sentir la atracción que veíamos en el anterior punto, se encarga de dilapidar también la imagen idealizada de la persona de la que tanto nos habíamos enamorado. Y en un baño de realismo, cabe preguntarse qué nos queda entonces.
3) La plenitud que nos ame un otro al que previamente hemos idealizado
Nos queda un tercer punto, como causante de la explosión amorosa que estamos desgranando. En verdad, este tercer punto se encuentra ya implícito en los dos anteriores. Resulta que hace poco que hemos conocido a esa persona especial; hace poco que fantaseamos con la posibilidad de un romance. La bioquímica cerebral se dispara, al tiempo que lo hace nuestra idealización por él o ella. En efecto, al otro, idealizado, lo vamos divinizando en nuestro enamoramiento, hasta exaltarlo a un reino celestial de perfección ideal. Y a todo esto ¿nosotros donde quedamos? ¿Somos tan extraordinarios para él como él lo es para nosotros? Y es que la explosión del enamoramiento no sería posible, no tendría recorrido, si no somos también el encaje perfecto en la idealización de nuestro amado.
¿Qué nos queda entonces?
Espero no haber mostrado un panorama demasiado amargo. No obstante, a fin de cuentas, puede que algo así sea necesario de tan imbuidos que hemos estado por un romanticismo edulcorado que hemos mamado, desde nuestra infancia, a través de la mitología del cine y los cuentos de hadas.
El enamoramiento puede tener sentido. Todo lo tiene. Aquí no nos detendremos apenas en ello, pero podemos encontrar razones sencillas desde un punto de vista biológico. Gracias a que nos enamoramos locamente nos lanzamos a la piscina sin saber si hay agua en ella. Desde un punto vista animal, tal aparente temeridad es una buena garantía de cópula y procreación, lo fundamental para que nuestra especie perdure. Nuestro futurible sufrimiento individual o mal de amores no es demasiado importante una vez hayamos dado descendencia. Desde luego, esta visión no nos va a sonar tampoco muy romántica.
¿Podemos enamorarnos y seguir disfrutando del enamoramiento siendo conscientes de lo que ello implica, con toda nuestra idealización sobre el otro, y en la idea de que sólo en la distancia es posible el anhelo de unión? Quizás podamos hacerlo. Quizás podamos sumergirnos con algo de consciencia en una cierta inconsciencia. Sea como sea, si tenemos consciencia de lo que el enamoramiento implica, siempre podremos tener presentes que todo lo que sube, necesariamente ha de bajar. Quizás podamos disfrutar de un buen champagne francés, su espuma, conscientes que esta no durará mucho, y aceptar este hecho sin llegar a emborracharnos. Quizás podamos… o quizás no.
Nos queda para un posterior artículo cómo plantear el asunto del amor y la pareja desde un lugar más realista, menos enamoradizo, pero que nos garantice una felicidad menos pomposa al tiempo que más estable y duradera. Si te ha gustado el artículo, me encantaría que dejaras tu comentario con aquello que te apetezca decir. Te animo a que escribas en los comentarios qué piensas sobre este asunto en base a tus experiencias de enamoramiento.
Referencias e imágenes:
http://lamagiadelcorazonlmp.blogspot.com/2017/08/proyeccion-de-anhelos-e-idealizacion.html
http://revistavozdemujer.com/el-enamoramiento-un-estado-de-locura-temporal-para-la-ciencia/
https://www.autocrecimiento.com/salud/te-puedes-morir-de-un-corazon-roto/
17 comentarios en “Enamoramiento: todo lo que sube, baja”
Me enamoré locamente de Pedro y Él de mi.Yo 40 el 25.Vivimos juntos 6 años.Nuestra relación era demasiado pasional y se volvió tormentosa.Estuve enamorada de Él SIEMPRE.Nunca decayó.
Tuve que mudarme de ciudad para despegar.
Cada vez que nos encontrábamos estábamos juntos.Eso fue así hasta que me vine a vivir a la montaña.
Dejó de doler pero nunca más me enamoré.
Él murió hace un año.
Él Feminismo me enseñó que no existe el amor de tu vida. Es ilusión de princesa.Yo sentí que lo era.
Muchas gracias Lili por compartir tu historia. Sí, el feminismo ha hecho un gran trabajo a la hora de dibujarnos otra forma de amor que no sea entre princesas y príncipes.
Me enamoré apenas lo vi..el también.. todo muy pasional…no podemos estar juntos ahora no se va s pasar
Hace cinco años me enamoré con toda mi alma. A los ocho meses nos fuimos a vivir juntos y un año después decidimos cambiar de vivienda para mejor. Dos años más tarde nos separamos, intentamos continuar la relación cada uno en su respectiva casa. Ahora somos amigos, no tenemos relación de pareja en ningún sentido. Yo sigo enamorada con el alma, me alegra si él es feliz. Pero sé que lo que tuvimos pertenece al pasado y no sueño con repetir, ni volver a retomar lo que está acabado. Creo que todo final es un nuevo comienzo. ¿De qué? Ni idea. Me encanta que la vida me sorprenda.
Muchas gracias.
Gracias a ti también por contar tu historia personal.
Un cierre o final bien hecho – sea con la pareja o, internamente, en solitario – prepara el terreno para un buen nuevo comienzo.
Felicidades 🙂 parece que así es para ti.
Me enamoré locamente sin pensarlo ni imaginarlo. Fue explosivo nuestra fusión de piel. Somos personas grandes. Los dos ciclistas. Lo había visto un día de sol hace seis años…jamás olvidé que me había encantado. Más de dos años que estamos en una linda relación,con más de un año de convivencia. Es difícil. Tiene cuatro hijos,dos trabajos,muchos conocidos,y una familia grande. Yo una hija que ya es grande que vivo extrañando. Lo intenté. Lo intentamos. Día a día lo juro,las utopías las siento cuando me peleo de verdad con el,entonces me desespero por volver a sentirlo,después cuando encaró la realidad nuevamente me envuelvo de decepción. Somos tan opuestos que muchas veces duele. Ni creo que se de cuenta muchas veces lo que me pasa. Es como que mi nuemero es el 25 y debo esperar mi turno. Así es. Este es mi amor. Siempre en espera. Me gusta ser primera,pero cuando hay un pasado no es tan fácil. Pero siento que vale la pena. Es el Amor y sus imperfecciones.
Gracias Shanty. Me ha gustado eso que dejas entrever en tu comentario, que las utopías van de la mano de las decepciones, como si fueran las dos caras de una misma moneda.
Yo me enamoré locamente de un cura. Pensé q el iba a dejar su lugar por mí. No fue así y me produjo mucho dolor. Quería convivir con él pero él no quiere
En el artículo planteo la historia de amor como algo correspondido entre dos y que acaba derivando en una relación de pareja de incluso convivencia. Sin embargo, evidentemente existen otras formas de desarrollo para las historias de amor, y algunas formas pueden llegar a doler mucho. Tal como explicas, puede llegar a ser muy frustrante y doloroso cuando uno no es correspondido y la historia no puede continuar. Lo siento, María Teresa.
Soy enamoradiza. Creo en el amor idílico. Confió q existe el amor compañero q t elige todos los días, donde ambos se cuidan , se valoran y enamoran con cada actitud. Q no permiten q el ego nuble el sentimieto . Creo q se puede lograr el amor verdadero… He tenido muchas parejas, comparti esta teoría con todos…. Pero en la practica no fluye!! Sigo sola y esperando…
Hola Alejandra. Creo que das con una muy buena clave cuando hablas del «amor compañero». Es decir, ver al otro como un igual, como un compañero de vida: la nuestra propia. No obstante, ese «ego» que también mencionas contribuye mucho a confundirnos, y esta confusión se hace especialmente manifiesta en las relaciones de pareja, pues ahí más que en ningún otro lugar podemos descubrir lo mucho que nos cuesta ver bien al otro y la realidad tal cual es. Uno de los principales motivos de la terapia es precisamente el de aprender a ver nuestro ego para que no nos gane la partida.
Yo estoy enamorada de un hombre 25años mayor que yo, nose que hacer nose como gestionarlo, nose si es mejor cortarlo aquí o seguir adelante, la edad me da vértigo pero con él estoy genial. Me desespero, no sé qué hacer..
Te respondo mejor por email a esta situación que comentas.
Me enamore hace un año de un chico maravilloso. Al principio me daba miedo dejarme llevar, pues he sufrido desamores que me han llevado a perderme, asi que enamorarme para mi conllevaba a esto, «a perderme»
Aun asi continue, dejando de lado al miedo y permitiendome sentir, vivir, experimentar, amar…Él tiene dos hijas, y aunq las adoro, siento q nuestro «nosotros» se me escapa entre los dedos…Me encanta, me hace ser yo cada dia y es un gran ejemplo de superacion para mi!!
Lo que ahora, en este momento, estoy paralizada otra vez con mi vida, mis cosas, mi crecimiento…y a veces pienso si se ha acabado y no soy capaz de verlo…
Me entristece!!porque creo en un amor mas alla de lo romantico, del enamoramiento, creo en un amor conveniente!!aunq a veces no se cual es mi lugar
Gracias Nagore por compartir tu historia. Percibo en ella el conflicto relacional de la confluencia, que consiste en la dificultad para relacionarnos con el otro, sin perdernos en el otro. Es muy importante esa diferenciación de niveles y me gusta mucho como tú apuntas a expresarlo, hablando del «nosotros», y donde por tanto también ha de haber en las relaciones íntimas registros para el «yo» y para el «tu», para ser capaces de conciliar todo ello.
Hola, me he enamorado en varias ocasiones, pero siempre intenté mantener los «pies en la tierra » . Mis relaciones han sido duraderas, máximo 28 años, mínimo 2 años.
Durante tiempo pensaba q quizas yo era demasiado cerebral para ls relaciones ( ojo q soy muy pasional para sentimientos) pero para las pautas y pasos en una relación, siempre establecí tiempis de espera, ejem. Minimo una relación d añis para tema vivienda, mínimo una convivencia d años para tener hijos, etc.
El tema esta q todo esto me ha funcionado, mis » mínimos » los apliqué hasta para tomar la decisión de divorciarme. Ahora estoy en un momento de duda, dudo sobre si debería de haber tomado el AMOR de forma mas espontánea, menos controlada. Al leer el artículo vuelvo a entrar en una espiral d duda…..espero tener la sabiduría para resolverlo y a mis 51 disfrutar d otra forma dl AMOR.
GRACIAS
Hola Carmina. Gracias por narrar tu testimonio y valoración.
Las dudas y la «debilidad» o inseguridad que sentimos, bien orientadas, pueden ser muy poderosos motores para catapultarnos y llevarnos lejos.
Ciertamente, la polaridad CONTROL frente a ESPONTANEIDAD tiene mucha miga. Sobre todo cuando más allá de lo racional/filosófico – «¿para el amor es mejor espontaneidad o control?» – lo complementamos indagando también en nuestras profundidades psicológicas, y comprendemos qué hay detrás de nuestros patrones de conducta (más espontáneos o más controlados), anhelos, miedos,…